Septiembre 14, 2022
Por Erik Michel García Flores
Aún quedan lugares en los que podemos apreciar sus tradiciones ante el reto constante de que estas se transformen para encajar en el sistema actual, con la urbanización como uno de los ingredientes más salados en esta sobrevivencia.
La chinampa como cultivo tradicional, al igual que la zona lacustre de Xochimilco, se ha enfrentado a constantes cambios. Por ejemplo, aunque nos puedan vender una espinaca a modo verbal «de la chinampa», tenemos el derecho a cuestionar cómo fue cultivada, qué fertilizantes o plaguicidas se utilizaron, con qué calidad de agua se desarrolló, etc. (no por nada llega a ofender que liberen axolotes en los canales principales como si la calidad de agua fuera la ideal para su existencia). Cuestionarnos en la compra de todo tipo de alimentos es válido ¿Realmente lo hacemos?

La etiqueta chinampera (ECHI) busca ser un reconocimiento no solamente a un buen producto, si no al proceso, el compromiso y el ambiente amigable de la chinampa con el ecosistema: vegetación terrestre nativa, buena calidad de agua, uso de plaguicidas y fertilizantes orgánicos y más.

La ECHI considera tres ejes de evaluación conformados por 21 criterios que suman un puntaje total de 53 puntos. Los ejes son:
1) Criterios asociados a la calidad del agua.
2) Criterios relacionados con la producción chinampera.
3) Criterios asociados a los refugios para la biodiversidad.
El distintivo se otorga de forma personal y a cada chinampa productiva. El puntaje determinará el nivel de etiquetado y deberá ser revaluado cada año.
Más información en http://www.restauracionecologica.org